Ayer
estuve en Madrid, y vi ante mis ojos cómo terminaba de descorrerse el poco maquillaje
democrático que quedaba en España. Como sabéis, ayer 25S hubo, efectivamente,
un golpe de estado; entraron en el congreso. Iban en coche oficial. Mientras la
manifestación fue legal, la policía se abrió a palos indiscriminadamente; a
partir de las 21:00 -con puntualidad rigurosa- pasaron a los disparos (ahora
alguien dice: “¡no, pero son balas de goma!” y yo contesto: esas balas de goma
mataron a un chaval hace unos meses en Bilbao, cortesía de la delegada de
gobierno).
Ya
sabéis lo de los infiltrados, que actuaban/actúan como manifestantes violentos
para provocar las cargas policiales y deslegitimar la protesta. Pues no sabéis
nada, no habéis visto nada. Lo que ocurrió ayer/lo que está ocurriendo hoy es
otra cosa. No estuve el 23F y no puedo comparar, pero puedo deciros que he
pasado más miedo que en mi puta vida. Porque ayer le vimos la cara y los
dientes al poder. La policía tomó literalmente Madrid, yo no sé cuántas lecheras
pude ver. Cargaron porque sí, entre risas, como deporte, contra TODO,
absolutamente TODO el que vieron. Nos provocaron a conciencia, nos insultaron,
nos humillaron, detuvieron al que le dio la gana, cabezas abiertas, mujeres,
jóvenes, personas mayores. Uno de los agredidos ha quedado parapléjico; el
gobierno ha felicitado públicamente la brillante actuación policial.
Pero
lo que quiero decir no es que el pueblo español no tiene el poder que una democracia
exige; ni tampoco que no tenemos derecho de expresión ni reunión; de hecho, ni
siquiera quiero decir que vivimos en un estado policial que infringe impunemente
nuestros derechos humanos más elementales. No quiero decir todo eso, porque
todo eso ya lo sabemos. Quiero decir un par de cosas: en primer lugar, que
nunca me he sentido más orgulloso de mi pueblo.
No
me gustan las banderas, y estoy muy lejos de ser de los que dicen Viva España
mientras se tumban en el sofá a ver cómo su querido país es conducido al
pleistoceno por un atajo de ladrones. Incluso, en varias ocasiones me he
preguntado si valía la pena luchar por la dignidad de tanto imbécil adicto al fútbol. Lo que vi ayer lo cambia todo. Ayer vi un millón de personas (rtveconomía
habla de 6.000; se ve que sólo contaron a los agentes infiltrados) con las
manos levantadas, diciendo “éstas son nuestras armas” como única respuesta a
las agresiones de los antidisturbios. Ayer vi a cientos de estos animales con
casco corriendo porra en mano a por manifestantes que no retrocedieron ante el
sonido de los disparos, mientras gritaban “no tenemos miedo, no tenemos miedo”.
Ayer me dijo una madre “estoy aquí por mis hijos”.
Pero
todavía tengo una reflexión que hacerle a ese grupo terrorista llamado Gobierno
de España: Señores, sólo un apunte: ¿qué habéis conseguido con este tipo de
acciones? Yo os lo digo: que millones de personas en este país, y sobre todo y
más importante, una gran parte de la juventud (es decir: el futuro) abra los
ojos y haya podido comprobar lo que hasta ahora quedaba al alcance de unos
pocos intelectuales y librepensadores, como por ejemplo
- que el Estado no protege al ciudadano: lo utiliza.
- que los medios de comunicación son herramientas de manipulación de la opinión al servicio del poder.
- que las fuerzas “de seguridad” no protegen ni sirven: vigilan y atemorizan para producir sumisión ciudadana.
- que el capitalismo es bárbaro, inhumano y que, de no pararlo, se nos llevará por delante.
Ya podéis emplearos a fondo, Señores, porque habéis creado un
futuro de mentes despiertas, que desde muy jóvenes están aprendiendo a luchar por
sus valores poniendo en riesgo sus vidas; que han conocido -tan pronto y de
primera mano- el terrorismo de estado, las mentiras de los medios, las
injusticias sociales. Ya podéis emplearos a fondo, porque vosotros solitos
habéis fabricado la mecha, y vosotros solitos la habéis encendido. Las bombas
estallan, sólo conseguís que la explosión coja carrerilla.