A
Fulano de Tal, en el 13 de Febrero del 2012. Remitente: Inopia.
Querido
Fulanito: he leído tu carta con emoción, he sentido contigo tu incertidumbre y
he aquí que acudo en tu ayuda. En lo que buenamente pueda, que no es mucho ni
poco, tendrás de mí cuanto esté en mi mano; tú y en tu nombre los ciudadanos de
las sufridas tierras de Espanto. Vuestro dolor lo llevo dentro como lo llevan
los hombres y mujeres de todo el mundo. Estamos todos con vosotros, en las
calles, diciendo basta, juntando nuestra voz a la vuestra, interponiendo
nuestros corazones entre vosotros y las cargas de los antidisturbios, para que
podáis plantar cara en pie a los golpes con que quieren acallaros. Sentidnos a
vuestro lado.
Como bien
dices, no podéis seguir esperando soluciones de quienes os traen los problemas.
Y es necesario despertar: no os dan problemas porque hagan mal su trabajo. No
son malos políticos: son sencillamente políticos, y su trabajo es daros
problemas. No esperéis a que ellos os den la palabra, viven de adjudicarse ellos
vuestra palabra. Quizá andáis algo desorientados: unos y otros hablan de democracia
como de escaparate, hasta gastar el nombre. Pero llamemos a las cosas por su
nombre. El sistema de gobierno que tenéis, que ellos defienden, por lo que
cuentas, es lo que se llama plutocracia.
Esto es, el sistema de gobierno en que el poder es detentado por los poderosos,
por aquellos que tienen las riquezas. No es momento de andarnos por las ramas: sois
los dueños legítimos de ese poder, ellos os lo han robado. Y al robo de poder
se le llama “golpe de estado”, con que esa plutocracia no es ni más ni menos
que una forma de dictadura. Espanto debe despertar.
Cómo
hacerlo. Dices que ves todo negro. Pero permíteme decirte que si ves negro es
porque al fin se derrumba el imperio de Lo Gris. Lo que os han hecho es un
golpe de estado, lo que tenéis que hacer es una revolución. Me hablas de las
millones de personas que se están manifestando por toda Espanto, me cuentas que
los medios, controlados por el estado, no se atreven a hablar de ellas. Ésa es
buena señal: tienen miedo. Adelante, estáis haciendo historia. Estáis en el
camino, pero no os quedéis en él. No diluyáis vuestra fuerza en manifestaciones
inútiles: tal vez les pese que hayáis tomado conciencia de las proporciones de
su farsa, pero eso no será suficiente para que os devuelvan lo que es vuestro.
Son parásitos, y no saben hacer otra cosa. No se irán por las buenas.
¿Qué
hacer, entonces? Por lo pronto, no olvidéis, no perdonéis. Cada día, me dices,
violan más derechos, pasan por encima de la ley y la justicia, exageran un poco más la humillación del
trabajador. Registradlo todo: cada afrenta, cada delito, cada caso de
corrupción. Antes o después haréis justicia. Yo no puedo decirte cómo tenéis
que escribir vuestra historia. Pero puedo recordaros cómo se escribieron otras.
Me hablas de distintos proyectos: de cierto “partido de internet”, de diferentes proyectos (“democracia líquida”, “eDemocracia”, etc.): programas
informáticos o redes sociales que permitirían prescindir de la clase política,
posibilitando el voto electrónico directo del ciudadano en el congreso, y de
este modo, alcanzar al fin una democracia real y activa por parte de los
ciudadanos.
Me cuentas que se ha presentado alguno de estos programas como
proyecto de ley con la esperanza de que la clase política lo apruebe… evidentemente
no lo harán. Por lo que me cuentas, ya no tienen argumentos ni formas que
guardar. La estafa es evidente, pero eso no anula al estafador; únicamente lo
hace visible. Se ampararán en cualquier eventualidad, o no se tomarán la molestia
de dar explicaciones. Lo que es seguro es que no aprobarán su pérdida de poder:
una vez más, son (y sólo saben ser) parásitos.
Seguro
que has estudiado la revolución francesa. La analogía no es exacta pero sí útil,
así que te lo pido, Fulanito, sé indulgente con lo impreciso y torpe de mi
explicación. En 1789, el pueblo francés sentenció que en ellos residía la
soberanía de la nación, y que por tanto, el absolutismo por el cual Francia
venía rigiéndose, no era ya válido. Hasta entonces, en los “estados generales”
(lo que vendría siendo, de alguna manera, el congreso), la voz del pueblo
estaba en permanente minoría (con un voto) frente a los estamentos de la
iglesia y la nobleza (un voto y otro voto respectivamente), con el resultado
perpetuo de que la minoría poderosa y privilegiada obtenía su “mayoría” (absoluta,
podríamos decir) frente al pueblo. Además, estos “estados generales” se
convocaban por el rey, sólo excepcionalmente, y no tenían carácter vinculante,
sino sólo de consulta: al final, todas las decisiones estaban en manos del monarca.
Lógicamente
encontramos muchas diferencias entre la Francia del siglo XVIII y la Espanto
del XXI. Lo preocupantemente es la cantidad de similitudes. En el Antiguo
Régimen francés, la población privilegiada (aproximadamente el 20%) imponía sus
intereses, frente a un tercer estamento minoritario y no privilegiado al que
pertenecía el 80% de la población. En la Espanto actual, se ha llamado “mayoría
absoluta” al poder que una minoría del 30% de la población ha impuesto con sus
votos (y gracias a un juego amañado) frente a un 70% que se declara contrario
al gobierno. En ambos casos, el reparto coincide: la minoría (20-30%) obtiene
dos tercios del espectro político, mientras que el 70-80% de la población queda
representada únicamente por un nebuloso tercio restante.
A esta injusticia, como a la opresión e
impunidad del poderoso, un día respondió el pueblo francés. Ellos, y no el rey,
eran el estado. Así que declararon ilegal aquella forma de gobierno, se negaron
a seguir participando de un sistema injusto. Abandonaron los estados generales
para formar los suyos propios: la asamblea general, en la que todos eran
bienvenidos (invitaron a unirse a los demás estamentos), pero en la que no se
harían distinciones por estamento ni se concederían privilegios a unos sobre
otros. Nacía la democracia.
Lo que
Espanto pide es democracia real ya. El pueblo de Espanto hoy no tiene
representación real, ni mucha ni poca, si no es en la calle. Por eso ha salido
a la calle y ha dicho basta. Y por mucha violencia policial y terrorismo de
estado que pongan por medio, Espanto dice basta a esa Edad Media en que está
sumida y en que a unos les conviene mantenerla, Espanto ha dicho no al
absolutismo y sus representantes. Me pides, Fulano, Fulanito, que te ofrezca
una solución, una manera de seguir caminando hacia delante. Desde luego, no es
fácil, pero aquí va mi propuesta: es la hora de declararlos ilegales.
El
próximo 15 de Mayo, hará un año desde el inicio de vuestras protestas. Desde
entonces, la tensión no ha hecho más que extenderse. Los indignados se levantan
ya por todos los rincones del planeta. El próximo 15 de Mayo (dejo a vuestra
elección los pormenores: si debiera organizarse una manifestación nacional, una
huelga general…), el pueblo de Espanto, reunido en asamblea general, y haciendo
uso de su soberanía, declararía ilegal el sistema de poder actual, proclamando
una democracia real. Desde ese día, ésta se llevaría a cabo (con o sin el
consentimiento de los poderosos) aprovechando las posibilidades de una
democracia digital (me hablas de Anonymous como de una legión de guardianes al servicio del pueblo. Podrían desempeñar un buen papel al respecto), en complemento a la imprescindible organización asamblearia de un poder que
empieza en el ciudadano y termina en él.
Además,
se instaría a los políticos responsables y sensatos, a abandonar el congreso y
unirse, al fin, a la democracia. El pulso puede prolongarse un tiempo. Los
primeros meses tal vez fuesen los de mayor desorientación, pero no hay que
perder los ánimos. Conseguir coordinar un programa de participación ciudadana a
nivel nacional, es ya un reto bien grande. En el peor de los casos, Espanto
contaría con la herramienta que le permitiría conocer, defender y publicar su
voluntad popular. De este modo podría hacerse frente a la manipulación
constante de los medios. El descrédito definitivo de los sistemas liberales de
representación llegaría en cuestión de tiempo. A partir de ese día, cada
ciudadano tomaría las riendas de su actividad política de forma personal y
voluntariamente. El poder es vuestro, es hora de que lo demostréis. Y Espanto,
un día, podrá dejar de llamarse Espanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario